En el Estado de México, en la Ciudad de Toluca, durante la época colonial, habitaba una residente conocida como Isabel Hernández, un día esta mujer espantada, visito a su confesor Benito Pedrochea para confesarle que en las noches y en ocasiones en el día, podía percibir la figura de un hombre colgado de una cuerda.
Una vez que escucho el relato de Isabel, el cura intento calmar a la mujer y decirle que solo era parte de su imaginación o una pesadilla, al día siguiente regreso y le hizo el mismo comentario. El sacerdote fastidiado del mismo cuento decidió ir a casa de la mujer y comprobar por sus propios ojos si esto era real.
Cerca de la media noche el padre fue testigo de la aparición de esta aparición y asustado incitó a aquello que vio que le dijera que es lo que quería, la entidad respondió que solo buscaba hablar con Isabel.
¿Cómo surgió esta leyenda en Toluca?
Se dice que hace años un joven había seducido a una mujer al que le prometió matrimonio, algo que nunca se llevó a cabo y al sentirse deshonrada y con vergüenza decidió no volver a salir, el hombre que la sedujo, una vez que consiguió lo que buscaba se fue de la ciudad, pero al poco tiempo falleció en un trágico accidente.
El fantasma que se le aparecía a Isabel es el joven seductor que engaño a la pobre chica, mencionando que no podía salir de aquel lugar oscuro y frío sin haber conseguido el perdón de aquella mujer a la que le arruino la vida.
Finalmente, Isabel acudió a ver a la chica, pero su madre se negaba a que la joven le otorgara su perdón por el daño cometido, sin embargo, aquella joven decidió darle su perdón a ese joven que jugo con ella, aunque el perdón no fuera de corazón, todo esto para que Isabel dejara de ver al hombre colgado.
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JG